Publicación del nuevo libro: CINCUENTA APELLIDOS HISTÓRICOS JUMILLANOS
ÍNDICE:
INTRODUCCIÓN
ABREVIATURAS
FUENTES DOCUMENTALES
LA POBLACIÓN JUMILLANA EN LA BAJA EDAD MEDIA. SIGLOS XIV-XV
ÍNDICE DE APELLIDOS
· ABELLÁN
· ALONSO
· APARICIO
· AZNAR
· BLASCO
· BERNAL
· CAMPOS
· CARRASCO
· CASTAÑO
· CEREZO
· CUADRADO
· CUTILLAS
· DOMÍNGUEZ
· ESCUDERO
· ESTEBAN
· FERNÁNDEZ
· FLORES
· GARCÍA
· GOMEZ
· GUARDIOLA
· HERRERO
· IBÁÑEZ
· JAÉN
· JAIME
· JIMÉNEZ - JIMÉNEZ DE NOTAL
· JUÁREZ
· LÓPEZ
· LOZANO
· MARCO
· MARÍN
· MARTINEZ
· MARTÍNEZ DE LA TORRE
· MATEO
· MEDINA
· MONTESINOS
· NAVARRO
· PÉREZ
· PÉREZ NAVARRO
· OLIVER
· ORGILES
· RAMÓN
· ROMÁN
· RUIZ
· SÁNCHEZ
· SERRANO
· SORIANO
· TELLO
· TOMÁS
· TORRES
· VICENTE
APÉNDICE DOCUMENTAL
INTRODUCCIÓN
La
Reconquista del Reino de Murcia en los años cuarenta del siglo XIII trae como consecuencia
lógica la repoblación de sus tierras por una nueva población cristiana. En su
comienzo respetando los acuerdos a que había llegado el Infante don Alfonso con
los líderes musulmanes, y más delante de manera acelerada.
No hay
un modelo homogéneo para todo el reino, pues una situación especial se daba en
la ciudad de Murcia y su huerta, y otra muy diferente en los diversos distritos
en que se dividía el territorio bajo los musulmanes, máxime cuando algunos de
ellos no habían suscrito pacto alguno con el futuro Alfonso X el Sabio. El caso
de Jumilla es singular por la tardanza en que se acomete su repoblación
efectiva, años finales del siglo XIII.
Otra
característica que diferencia nuestro pueblo del resto del territorio es su
inclusión en la Corona de Aragón durante la primera mitad del siglo XIV en
función de circunstancias geopolíticas, que pesaron más que el origen
castellano de sus repobladores primitivos.
Su definitiva
incorporación a la corona de Castilla de la mano del Infante don Fadrique en
1358 va a dar lugar a una segunda repoblación de las tierras jumillanas, pues
parte de la tropa de don Fadrique se asienta en Jumilla tras su conquista.
Fuera de
estas dos olas repobladoras, individuos aislados van a venir a Jumilla por
diversas circunstancias y terminan por arraigar en ella sus descendientes.
Otros, en cambio, se marchan a otros lugares, pues se advierte una gran
movilidad entre los vecinos. En especial hacia la ciudad de Murcia a lo largo
de todo el siglo XV, e incluso antes, y el fenómeno se repite por igual en
sentido contrario.
La idea
de este estudio es encarar la repoblación jumillana en los siglos medievales
intentando personalizar a estos repobladores, conocerlos, saber su lugar de
origen, en qué momento se asientan en Jumilla, e intentar seguir la trayectoria
de su linaje, mas deteniéndonos a grosso
modo conforme avance el siglo XVI, pues en ese momento las familias
jumillanas están muy entremezcladas entre ellas, y el concepto de pertenecer a
un linaje concreto se va debilitando con el paso del tiempo.
A pesar
de la escasez de fuentes documentales se consigue en líneas generales seguir la
trayectoria de los linajes hasta principios del siglo XVI, que es cuando la
población va a aumentar de forma exponencial. Hasta ese momento las familias
son reducidas, padres-hijos, tíos-sobrinos, primos, y el sentimiento de
pertenencia a un linaje es muy acusado. El fundador del linaje vive o su
presencia y recuerdo es muy vivo en sus descendientes, que honrarán su memoria.
Por esta razón, los jumillanos guardarán gran fidelidad a los nombres propios
de los fundadores de los linajes, y los usarán durante siglos.
Conforme
transcurra el siglo XVI es imposible seguir la trayectoria de las familias jumillanas,
tal es el avance demográfico. En un siglo, aproximadamente, la población se
había multiplicado por seis, y muchas personas con el mismo apellido ya no se
consideran familia, pues el parentesco cada vez es más lejano. Los miembros más
ricos de cada linaje contraen matrimonio con personas de su mismo nivel
económico formando una oligarquía que posee el poder político y socioeconómico
en Jumilla, y toda la parentela pobre va quedando atrás engrosando la base de
la sociedad jumillana.
El marco
temporal de este estudio, por lo tanto, son los siglos bajomedievales (siglos
XIV-XV). En un principio había establecido el límite en el año 1504, en que
fallece la reina Isabel la Católica, pero se quedaba fuera dos linajes
importantes, Cerezo que documento en 1506, y sobre todo Cutillas, que se
asienta en Jumilla en 1510. ¿Y cómo estudiar los linajes jumillanos y omitir el
Cutillas? Así pues este es el marco temporal de esta investigación, primeros
años del siglo XIV que descubrimos a los primitivos repobladores de Jumilla y en
1510 que Juan Cutillas viene desde Blanca y se hace vecino de Jumilla.
La norma
en todos los casos ha sido documentar a un vecino en cuestión, en ese marco
temporal, en una fuente fidedigna; por esa razón omito las informaciones de
hidalguía que me merecen muchas dudas sobre su autenticidad. Y después,
compruebo que ese vecino ha arraigado en Jumilla y el linaje se ha extendido en
los siglos XVI y XVII. Con este criterio han quedado fuera muchos vecinos
documentados en el siglo XV, pero que emigran a otras comarcas en busca de
mejores oportunidades. He dudado mucho si incluir o no el apellido Villaescusa,
que era una familia muy divertida de Jumilla a principios del siglo XVI, uno
llega a acercarse a las fuentes documentales, pensando, ¿que habrán hecho hoy
los Villaescusa?. Al final he optado por no incluirlos, pues son familia de los
Cuadrado, y estos si están recogidos, mas en compensación, en el futuro les
dedicare un artículo, pues son un caso aparte.
Puede
darse el caso de no haber documentado algún linaje por mala fortuna de no hallarse
registrado su nombre en ninguna fuente documental, tal es la sospecha que tengo
respecto a los linajes Abarca, Gasque, Garces, y alguno más, pero he decidido
respetar esta pauta sin excepciones. E igual ocurre con las familias más
humildes de Jumilla, que no dejan rastro en la documentación. Para conocerlos
basta con mirar el Padrón de 1536, y allí aparecen sus apellidos. Otros linajes
que son muy conocidos en Jumilla llegan más tarde en pleno siglo XVI, sin lugar
a dudas.
En el
intervalo comprendido entre la conclusión de este estudio y su publicación,
encontré una documentación preciosa sobre las hijas de Andrés Guardiola:
testamentos, contratos, informaciones, etc., que son otros tantos clavos en el
ataúd de la leyenda de Andrés Guardiola, alcaide, capitán general, etc. Sin
embargo, he optado por no incluirlo en este trabajo, pues estoy en una fase
inicial en su transcripción. Más adelante les dedicare un artículo.
Es
interesante comparar los dos censos que aporto en el apéndice documental para
ver el aumento demográfico que se había dado en dos siglos (XIV y XV). En
cuanto al segundo, año 1536, hay que hacer una puntualización; el año anterior
unos representantes regios habían estado en Jumilla por razones fiscales,
contando el número de sus vecinos, que ascendía a 450, mientras que el censo
que hace el concejo eleva su número a 495. Es posible que los representantes
del fisco no incluyeran a los religiosos, pero estos solo eran ocho. El concejo
si debió incluirlos, y la diferencia viene dada, además, porque se incluyó a
muchos menores de edad con patrimonio propio, aun que tuviesen un tutor, y para
el cálculo del repartimiento de los impuestos, este censo les resultaba más
útil. Sin embargo, para el cálculo total de la población sería más exacto tomar
la cifra de 450 vecinos.
El Doc.
III es un cuadro de los propietarios del agua de la fuente de la villa. La
fuente es el Padrón del Agua, documento excepcional, pues el agua se había
dividido en jarros unos 30 años antes, y aunque existía un mercado del agua muy
activo, todavía figuran muchos de los primeros propietarios de jarros o sus
herederos. El agua se había dividido en 800 jarros, y me faltan unos diez. Debe
de ser un error de transcripción, pues cada propietario tenía asignado un
asiento del padrón, y allí se anotaban todas las variaciones que se daban en el
agua que poseían por causas diversas: compras, ventas, herencias, embargos. Y
el escribano escribía, rectificaba, tachaba, sumaba y restaba, y al final ponía
en limpio el número de jarros que poseía el titular de ese asiento. Y en
ocasiones, la transcripción resulta muy difícil de emborronadas que están las
hojas.
Estas
partidas tienen un gran interés histórico, pues los cambios de propiedad se
documentan: nombres del vendedor y el comprador, y si es herencia el nombre del
testador y de sus herederos, etc. Todo ello nos da un caudal de datos e
informaciones muy preciosos e inigualables, pues las fuentes a que nos remiten:
los protocolos notariales de las primeras décadas del siglo XVI, se han perdido.
El
Padrón se actualizaba periódicamente, y el más antiguo que contiene es de 1530
pero a veces se remite al anterior de 1523; el siguiente es de 1536, y esto nos
da una radiografía precisa de la sociedad jumillana, pues el escribano va
apuntando las incidencias vitales de las familias jumillanas: fallecimientos,
particiones, embargos, etc.
Este
Padrón del Agua hubiera encajado a la perfección en mi libro Los Regadíos
Históricos de Jumilla, pero en aquel momento no estaba digitalizado, y yo no
disponía de tiempo para hacer su transcripción in situ en Jumilla. Por tanto,
lo aporto aquí, pues es una fuente histórica extraordinaria. El agua de Jumilla
era propiedad de un 40% de la población; en el siglo XIX cuando fenece el
Antiguo Régimen, un solo vecino poseía el 10% del agua de la fuente de la
villa, y un 2% de los vecinos eran propietarios de toda ella. En Jumilla, hasta
hace unas pocas décadas, uno siempre ha sido el agua que ha poseído.
En suma,
este es el resultado que ofrezco a mis paisanos, que pretende ser una especie
de homenaje a aquellos hombres, que en una época y en unas circunstancias
difíciles repoblaron Jumilla, y crearon las bases materiales y el marco
político y religioso cultural en el cual
se ha movido la sociedad jumillana hasta nuestros días. Somos los
descendentes biológicos y culturales de aquellos hombres.