CONFERENCIA. La figura de Andrés Guardiola y Aragón en la historia de Jumilla: mito y realidad


El historiador e  investigador desmitifica la figura de Andrés Mateo Guardiola, hasta entonces, considerado como el primer alcaide del Castillo de Jumilla, y demuestra que fue una invención de sus descendientes  (17 de junio 2014)

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El aula de Cultura de Cajamurcia, agogía este viernes, la última de las conferencias del ciclo organizado por la Concejalía de Cultura y Turismo, para conmemorar el paso de los Reyes Católicos por el Reino de Murcia, siendo el licenciado en Historia Medieval, Alfonso Antolí Fernández, el encargado de cerrar el ciclo, con una conferencia dedicada al supuesto primer alcaide del Castillo de Jumilla, Andrés Mateo Guardiola y Aragón.
De esta forma, el investigador Alfonso Antolí Fernández, desmitificó a lo largo de su intervención, la figura del que hasta entonces, era considerado, como el primer alcaide del Castillo de Jumilla, Andrés Mateo Guardiola y Aragón, demostrando que nuca lo fue, y que por el contrario, se trataba de una patraña urdida por sus descendientes, cien años más tarde, para defender que eran de familia noble y no así pagar impuestos a la corona.


Conferencia. La figura de Andrés Guardiola y Aragón en la historia de Jumilla: mito y realidad (17 junio, 2014)

Señoras, srs. dignísimas autoridades:

Estoy encantado de estar aquí con uds. atendiendo a la invitación que se me ha cursado desde la concejalía de cultura del Excm. Ayuntamiento de Jumilla. La disertación de esta tarde va a versar sobre un personaje importante en la historia de Jumilla, aunque para ser exactos habría que decir importante en la historiografía jumillana y murciana, pues si bien es cierto que Andrés Guardiola y Aragón es un personaje histórico, no son históricos los hechos y actuaciones que se le atribuyen. Estos, que han devenido en mitos son invenciones que un siglo más tarde de su existencia tramaron sus descendientes, que estaban ascendiendo en la escala social y necesitaban desesperadamente atribuirse un origen noble, aunque para ello hubieran de reconstruir la historia de su familia falsificando todo tipo de documentos. El trabajo que hicieron fue realmente eficaz, y es que los falsificadores eran abogados: el bachiller Jumilla, cuyo nombre era Bartolomé López; su hijo, el doctor Mateo Guardiola; y su sobrino, el licenciado Juan Cristóbal Guardiola, miembro del Consejo y Cámara de Felipe II.

Aquí, en la labor de estos personajes, datada en los años 1580 y 1581, está el estrato primitivo del mito, de la recreación histórica de Andrés Guardiola y Aragón, mas aquí no acaba de perfilarse por completo, en los siglos siguientes se incorporarían otras capas. El año 1580 es decisivo para la familia Guardiola. El licenciado Guardiola, fiscal del Consejo Real se encuentra en Portugal como embajador y legado de Felipe II para tratar de la sucesión y anexión de aquel reino a la Monarquía hispánica. Su estancia se va prolongando por la importancia de los temas que le ocupaban, y escribe a Murcia a su tío para que sus primos acompañasen a su esposa a Lisboa.

El bachiller Jumilla estaba exultante, sus hijos en Lisboa en la corte de Felipe II sirviendo al rey. En esta fecha es un hombre de una edad muy avanzada para su época, había nacido alrededor del año 1500. Era el primer jumillano que había ido a la universidad, Salamanca. Tal había sido la expectación que este hecho había causado en Jumilla, que adoptaría el nombre de su pueblo como apodo, y siempre firmaría como bachiller Jumilla. Había sido teniente de corregidor en la ciudad de Murcia algunos años, pero su carrera se había desarrollado en la Inquisición de Murcia. La emoción que le causo la carta de su sobrino se trasluce en su testamento, “ mi sobrino me escribio que por razon de alargarse la dicha su embajada en aquel reyno mis hijos fuesen a servir a su Magestad en aquella ocasión y a llevar a Lisboa a la dicha señora doña Violante del Pulgar y Sandoval, su muger, y porque para la dicha ocasión y viaje yo hice ciertos vestidos costosos a los dichos mis hijos y les di muchos ducados como parecera por el dicho mi libro”. Allí en Lisboa los primos debieron urdir la leyenda de su antepasado Andrés Guardiola y Aragón. El Licenciado Guardiola estaba en la cima, pronto sería nombrado oidor en el Consejo Real, y más tarde, Felipe II, le haría señor de vasallos, al hacerle merced del estado de la Guardia en la actual provincia de Toledo. Era imprescindible construirle unos antepasados nobles y unos hechos gloriosos para un hombre que estaba al lado del rey. Piensen que su casa familiar en Jumilla estaba en la plaza de san Roque, justo al lado derecho del arco, una casa pequeña e incomoda, donde vivía su madre. El le había mandado unos esclavos para darle lustre a la casa, que la buena señora, María Martínez era su nombre, confesaba no saber que hacer con ellos. Sus hermanos eran unos vecinos más de Jumilla, dedicados a sus faenas en el campo.

Antes de continuar sobre el bachiller Jumilla, su hijo y su sobrino, biznieto él de Andrés Guardiola, quiero hacer unas consideraciones generales sobre este fenómeno general de fabulación e invención de ascendientes gloriosos que se da en Castilla durante los siglos modernos. En el reino de Castilla, en el siglo XVII sobre todo, se va a dar un proceso de ruina social y económica, que va a hacer que la sociedad se desmorone por completo. Jumilla va a pasar como todos los pueblos una dura prueba, desde la Reconquista cristiana de Jumilla en el siglo XIII hasta nuestros días, esta época, siglo XVII es la peor de nuestra historia.

Ahora bien, de la ruina de muchos, de la pobreza general, siempre hay unos supervivientes, unas familias que consiguen mantenerse a flote. Así, va a ocurrir en Jumilla, unas pocas familias consiguen salvarse de la miseria general y tomar el poder en Jumilla a todos los niveles: político, social y económico.

Estos hombres nuevos en Jumilla, quieren y desean un certificado por escrito de su privilegiada posición social, ejecutoria de hidalguía, era el nombre que recibía este preciado documento. Necesitaban un pasado legendario para justificar un presente privilegiado. Será el escaparate donde sus vecinos puedan ver las razones por las cuales aquellos y no ellos dirigían sus pueblos, no pagaban impuestos y conseguían beneficios económicos, amen de gozar de privilegios jurídicos.

Esta oligarquía tenía un gran afán historicista, buscan un hito, representado por un personaje, reedifican el tiempo pasado, reconstruyen una genealogía. Hay que buscar un individuo que se convierta en generador de un linaje, su figura se mitificara (ensalzamiento de sus acciones militares, justificación de un pasado glorioso, se inventan entronques con casas principales de la nobleza vieja).

He de confesarles que a mi particularmente esta problemática que estoy aquí esbozando me interesa más bien poco, pero es fundamental para comprender la historia moderna y aun contemporánea de Jumilla. Por esa razón me he ocupado tangencialmente de esta época y de sus principales personajes en varias de mis obras, principalmente en mi libro, “El señorío de los marqueses de Villena sobre la villa de Jumilla”, al cual les remito si están interesados en profundizar en esta cuestión, que a nivel político se manifiesta en el problema de la mitad de oficios, que va a polarizar la vida municipal en Jumilla durante siglos.

En fin, voy a volver al título de esta disertación y a intentar retomar el curso natural de los hechos del personaje que nos ocupa. Andrés Guardiola y Aragón me sale al encuentro en mis inicios como historiador, hace ya demasiados años, en la década de los 80, cuando estaba preparando mi libro Historia de Jumilla en la Baja Edad Media, pues su papel se presentaba fundamental en los convulsos años que siguen a la muerte del monarca castellano Enrique IV, y la guerra sucesoria que se dará entre Fernando e Isabel, los Reyes Católicos, y Juana, hija de Enrique IV, y su marido el rey de Portugal. Si han seguido uds. la serie de televisión que se ha emitido hace poco sobre la reina Isabel, habrán captado de una manera fiel estos difíciles años, pues la obra televisiva es rigurosa y logra atrapar el ambiente de la corte.

Pues bien, la historiografía murciana, el licenciado Francisco de Cascales en sus Discursos Históricos de la ciudad de Murcia, año 1621, y el canónigo Lozano en su Historia de Jumilla le dan un gran predicamento. Cascales llega a publicar entero su nombramiento como alcaide del castillo de Jumilla, y nuestro canónigo le dedica las últimas veinte paginas de su obra perdiéndose en disquisiciones varias y anécdotas increíbles. Aquí, apreciamos que los dos eruditos beben en fuentes diferentes, Cascales era coetáneo de Damian Guardiola, nieto del bachiller Jumilla, y vecino de Murcia. Por lo tanto tiene acceso directo a las informaciones de nobleza que se realizan en el año 1581 en Jumilla con intervención judicial y que extractadas se asientan en las actas capitulares del concejo jumillano. Mientras que el canónigo Lozano completa la historia con documentos de la casa de Guardiola, como el los llama, y que se trata de informaciones de hidalguía y ejecutorias de nobleza de vecinos de Jumilla, que se practican en los siglos XVVII y XVIII, y que ni siquiera son Guardiolas, son personajes locales que quieren agarrarse a su brillante estela, los hermanos Juan Pérez y Pedro Tomás en el siglo XVII, Juan Lozano Santa en el siglo XVIII y algunos más. De aquí vienen la riqueza de detalles que nos da el canónigo.

En síntesis, el papel de nuestro personaje en la crisis sucesoria castellana tras la muerte de Enrique IV sería el siguiente. A principios del mes de marzo de 1475, el Infante Don Enrique de Aragón entraba en territorio castellano en ayuda de Don Fernando, dirigiéndose a sitiar la plaza de Jumilla, en cuya fortaleza se encontraba el caballero santiaguista Don Rodrigo Pacheco, hermano de Don Diego. Ante la presencia de las tropas aragonesas a cuya frente iba el mayordomo mayor del Infante Don Enrique, el capitán Andrés Guardiola y Aragón, los vecinos de Jumilla deseosos de volver al dominio directo de la corona real; y en especial su alcaide, no dispuesto a seguir la lucha que emprendía su hermano, decidieron rendir la plaza de acuerdo con todos sus vecinos.

Apoderado de Jumilla el capitán Guardiola, los reyes quitaron la alcaidía a Don Rodrigo Pacheco, sin dejar de reconocer el señorío de Don Diego sobre la villa de Jumilla, y se la otorgaron a Andrés Guardiola, indicando que Jumilla por su vecindad con el reino de Granada era lugar muy importante y les interesaba a ellos ser quienes designaran al alcaide de la fortaleza. Al mismo tiempo le nombraban capitán general de las compañías de gente de guerra, tanto de la villa de Jumilla como de las otras villas de marquesado, y sólo sujeto a la autoridad superior del adelantado de Murcia, Don Pedro Fajardo, otorgándole 20. 000 maravedís de sueldo al año por tal cometido. Este nombramiento lleva fecha de 15 de marzo de 1475.

Mientras tanto, antes o después, Don Diego había ofrecido a Guardiola en matrimonio la mano de Doña Ginesa, sobrina suya como hija de Don Rodrigo, su hermano, regalándole como dote una huerta y arbolado con cinco fuentes en el sitio de la Buitrera, ubicado en las espaldas de la sierra de Santa Ana. El matrimonio se celebraría en Escalona, y tras él los consortes residirían en Jumilla.

Todos estos hechos son una absoluta fabulación, mas hay que reconocer que la historia está bien construida y consigue crear un relato coherente. Sus autores conocían bien la historia del reino de Castilla. La llegada de Andrés Guardiola a Jumilla en el contexto de la guerra civil en Castilla y su reflejo en tierras del marquesado de Villena, pues don Diego, el marqués, era un firme valedor de doña Juana, es perfectamente creíble, y el hecho de presentarlo como mayordomo del infante don Enrique es particularmente brillante. Enrique de Aragón o Enrique Fortuna, como era conocido, hijo póstumo del infante Enrique de Aragón y primo del rey Fernando, había sido engañado por el viejo Pacheco que le ofreció la mano de Juana y le trajo a Castilla, intentando oponerlo a la infanta Isabel, aunque luego lo abandono. Esto había ocurrido en 1473, su supuesta acción sobre Jumilla tendría sentido, como desquite en la persona de su hijo.

Por otro lado, la mención que se hace de don Rodrigo Pacheco como alcaide de la fortaleza jumillana, infundada por supuesto, revela que los falsificadores conocían bien la historia de los Pacheco, pues es cierto que este personaje, señor de Minaya, aunque nada tiene que ver con Jumilla, pertenece a una rama bastarda de la casa de los Pacheco y es pariente de don Diego.

Estamos en condiciones de establecer la fecha exacta de la falsificación documental acerca de nuestro personaje. La respuesta es si: en los meses finales de 1580 y principios de 1581. El concejo de Jumilla en su sesión de 7-XII-1580 acuerda escribir al licenciado Guardiola felicitándole por su nombramiento en el Consejo Real. Y el 22-III-1581, su primo el doctor Mateo Guardiola se presenta ante el concejo jumillano y solicita que una información de nobleza sobre su familia se incorpore al libro de actas capitulares. El concejo acepta que se asiente un extracto de la misma que menciona los principales documentos que le servían de apoyo. Al año siguiente, sesión 20-VI-1582, de nuevo el doctor Guardiola presenta una nueva serie de probanzas de nobleza para que se inserten a la letra en las actas capitulares. En esta ocasión el concejo se muestra más renuente, y no lo acepta de inmediato, “el concejo proveera” le contestan, pero en la siguiente sesión acuerdan que un amplio resumen se traslade al libro de actas capitulares. Que buscaba el doctor Guardiola con esta presión al concejo jumillano para que insertase en un libro oficial un información particular. Pues, la garantía que en el futuro daría esa inclusión ante previsibles pleitos que habían de surgir si se cuestionaba la nobleza de familia.

El concejo de Jumilla no podía resistir estas presiones, pues el doctor Guardiola se había presentado con un poder notarial de su primo el licenciado Juan Cristóbal, consejero de Felipe II. Como curiosidad el sello de la villa de Jumilla se componía en aquella fecha de un castillo, un león, dos calderas y una encomienda con un letrero que dice Jumilla.

Las informaciones de nobleza se completaban con una profusa genealogía, que en este caso demostraba sin ningún genero de dudas que ellos descendían de los condes de Barcelona y eran familia del rey Fernando el Católico. En el testamento del bachiller Jumilla se dedica mucho espacio a establecer estas filiaciones y parentescos tan principales. De hecho, en una de sus mandas ordena que la información de nobleza que se había hecho en Jumilla se llevase a Barcelona, para que allí se compulsase y validase. “Por tanto mando y es mi voluntad ultima que el dicho doctor Mateo de Guardiola, mi hijo, en virtud del dicho poder que tiene de su hermano y del señor de la Guardia, su primo y mi sobrino, vaya con la dicha mi información a la ciudad de Barcelona y al archivo general que su Magestad tiene en aquella ciudad, conpulse todas las probanzas, escripturas, privilegios y cartas de los señores condes de Barcelona y reyes de Aragon que se allaren tocantes a el origen y antigüedad de la casa de Guardiola …. Porque mi intencion y voluntad es que la descendencia, calidad y origen de mi casa no solamente conste y se sepa por notoriedad sino tambien por titulos y escripturas fidedignas, las cuales después de traydas se presenten en el archivo de esta villa y se guarden y conserven perpetuamente en la dicha mi casa”

Para cumplir esta manda dejaba 500 ducados, que era una cantidad muy elevada. Para que se hagan una idea, en aquellos años una buena casa en Jumilla podía costar 100 ducados.

El tema que nos ocupa, la verdad es que no resiste una critica histórica seria, pero si es cierto que se le ha dado crédito en la historiografía regional hasta ahora. Cual es la razón de ello, como ya dije la historia esta bien urdida, son abogados muy preparados quienes llevan a cabo la falsificación de los documentos, y contaban con ingentes recursos financieros para llevar a cabo su labor. En este caso habrían utilizado la técnica conocida como entronque, que consistía en injertar a un antepasado en una familia de las más destacadas de los reinos hispánicos, los condes de Barcelona y reyes de Aragón. Aunque les pueda parecer descarado se daban casos mucho más exagerados, personas que decían descender de Julio Cesar o del mismísimo Noe, el del arca, y todo ello avalado por una montaña de escrituras y probanzas fidedignas, como ellos decían.

Que problemas tiene el historiador profesional para rebatir estas construcciones documentales tan extensas y bien trabadas, Generalmente, la falta de documentación original, piensen que estamos hablando del año 1475. En Jumilla no se conservan registros bautismales ni libros de defunciones. No hay actas capitulares, ni autos judiciales, ni protocolos notariales, ni testamentos, nada en suma que nos permita encontrar al verdadero Andrés Guardiola y seguir su trayectoria vital. Solo tenemos las informaciones de nobleza que hicieron sus descendientes cien años después, que son pruebas particulares con testigos amigos previamente aleccionados.

Entonces, que documentos podemos enfrentar a estas informaciones de nobleza para intentar conocer a Andrés Guardiola, personaje histórico, vecino de Jumilla, y despojarle de su ropaje mítico. Pues bien, vamos a utilizar las mismas armas que fabricaron el mito, otra información de nobleza, y las mismas manos, las del doctor Guardiola, aunque realizada diecisiete años antes, concretamente en 1564. Si se han fijado, cuando me refiero a los tres Guardiolas que urden el mito les doy el título académico que tenían. Bartolomé López era bachiller en leyes, es el bachiller Jumilla; su sobrino, el consejero de Felipe II, era licenciado en leyes. Y su hijo era doctor en leyes por el Real Colegio de España en Bolonia.

Antes de continuar, unas palabras sobre este centro académico, fue fundado en 1369 por el cardenal español Gil de Albornoz. Es el único colegio medieval que subsiste en Europa. Cada año beca a 16 estudiantes españoles. Ha salido con frecuencia en los medios de comunicación por sus practicas arcaicas, hoy día se veta el acceso a las mujeres, y se exige ser de confesión católica. Hasta hace poco había que acreditar ser hijo de legitimo matrimonio y no tener una enfermedad crónica. Los juristas españoles que han pasado por sus aulas son conocidos como los bolonios. Históricamente aquí se han formado las elites administrativas del estado español.

El único jumillano que se ha formado en este centro fue el doctor Mateo Guardiola, que paso allí siete años, desde 1564 a 1571. Pues bien, para ser admitido en este prestigioso colegio, entre otros requisitos había que hacer una amplia información que se centraba más que en la hidalguía del aspirante, en acreditar que era cristiano viejo. En suma, parafraseando la introducción de la información que practico en Jumilla en 1564, debía probar que era cristiano viejo e hidalgo, sin macula de moro, judío, hereje o reconciliado, que no tenía bienes que renten 50 ducados anuales, ser nacido y criado en España de padres españoles, no tener familiares en el Colegio Español de Bolonia, no haber sido religioso ni estar casado, no haber tenido oficio vil ni vivido deshonestamente, ni haber sido familiar de ningún colegio, y ser hombre sano sin enfermedades contagiosas.

La información se practicaría en Jumilla el 8-III-1564 ante los alcaldes Juan Mateo y Gines del Castillo. Era un cuestionario de once preguntas que se plantean a seis testigos que presenta el joven Guardiola, personas de avanzada edad, alrededor de 80 años, y que habían conocido estrechamente a sus padres, abuelos y bisabuelos. Esta información se conserva completa en el archivo histórico del Real Colegio Español de Bolonia, y en ella me baso para sustentar la tesis de mi disertación.

Según uds. que cabría esperar de esta información de hidalguía sobre la misma familia y solicitada por la misma persona. Las mismas peripecias, idénticas batallitas, antepasados gloriosos, etc. Pues no, el panorama es totalmente distinto, los testigos declaran haber conocido a los padres, abuelos y bisabuelos del solicitante, el joven Mateo Guardiola. Nos dicen que su padre, el bachiller Jumilla cuando vuelve de Salamanca de cursar sus estudios trabaja para el concejo de Jumilla en calidad de letrado. Que se casa en Elche con doña Leonor Marti, y que viven en Jumilla en la casa de su padre en la calle del Capitán. De hecho, la calle toma su nombre de él, el capitán Mateo Guardiola.

Sobre este punto, un breve digresión, me pregunto si alguno de uds. me podría indicar que casa era esta. A principios del siglo XX es mencionada en algunas fuentes por unas bovedillas de carácter renacentista muy singulares, que parecían de la misma mano que las que se conservan en la casa de los Tomás en la calle del Rico.

Mencionan a su abuelo Mateo Guardiola y a su bisabuelo Miguel Guardiola, a quienes dicen haber conocido y tratado, como alcaldes y regidores del concejo jumillano en su época.

Volviendo a nuestros testigos, por ellos sabemos que el bachiller Jumilla enviuda pronto, y que se marcha a Murcia dejando a sus tres hijos de corta edad en Jumilla con los abuelos que se llamaban Mateo Guardiola y Benita López. Retengan este nombre, Benita López, pues el bachiller Jumilla cuarenta años más tarde tendrá la desverguenza de mentir sobre su madre en su testamento. En él deja diez misas por su alma y nos dice que se llamaba Benita López de Ayala y que era natural de Murcia, y que sus padres, por tanto sus abuelos maternos, habían sido Fernando de Ayala y Guiomar Davalos, señores de Campos y Albudeite. Mentira descarada, sus abuelos maternos habían sido vecinos de Jumilla, y se habían llamado Bartolomé López y María Aznar. Por eso, él, se llamaba Bartolomé López, en honor a su abuelo materno.

Que buscaba el bachiller Jumilla con esta grosera mentira sobre su madre y abuelos, pues entroncar con una familia noble, en este caso los López de Ayala, un linaje de gran predicamento en todo el reino de Murcia durante los siglos bajomedievales, pero que habían venido a menos. Es la técnica del entronque, que mencionaba antes, por vía paterna se unían a los reyes de Aragón, y por la materna emparentaban con la nobleza murciana.

Me voy a detener en un testigo en particular, Alonso Crespo, de 80 años de edad. Es sacerdote, pero no es un clérigo cualquiera, había sido cura de la iglesia de Santiago durante muchos años. Como uds. saben la iglesia de Santiago contaba con dos beneficios, que como su nombre indica eran unas rentas procedente de los diezmos que se destinaban a dos clérigos, y uno de ellos se hacia cargo de la parroquia. Mas, no era imprescindible que la atendiese él personalmente, podía contratar a otro sacerdote para ejercer su misión de cura de almas. Pues bien, este es el caso de Alonso Crespo, en las primeras décadas del siglo XVI, el beneficiado de Santiago era Pedro Tomás, pero el que dirigía la parroquia y procuraba asistencia espiritual a los vecinos era Alonso Crespo.

Como vemos, el testigo que nos ocupa, es un personaje en Jumilla, hombre instruido, un anciano y venerado sacerdote. Mas, reúne otra característica, en su juventud estuvo muy ligado a la familia Guardiola, pues era el confesor de doña Leonor, la mujer del bachiller Jumilla. La propia dona Leonor nos habla de él en su testamento fechado en 1535. “Iten dejo y mando que al reberendo Alonso Crespo, clerigo, mi capellan y confesor, le sea dado el dinero todo lo que aviere menester e costare una sotana e manteo de paño fino negro e que asi mesmo se conpre paño bellori bueno para que el suso dicho se haga una sobre ropa para ir por casa el invierno, lo cual mando se haga por la buena boluntad e amor que le e tenido siempre, porque asi es mi boluntad”

Como vemos el grado de confianza y familiaridad es total. Y que nos dice el testigo, que Andrés Guardiola y Aragón, a quien él no conoció, vino a Jumilla desde Cataluña y que fue un personaje importante en su época. El testigo declara que ha visto una escritura publica del año 1454 en donde aparece citado como alcalde de Jumilla. Presten atención, pues estamos en la clave de bóveda de esta historia. Era alcalde de Jumilla en el año 1454, por lo tanto se cae toda la tramoya que nos lo presenta en el año 1475 a las puertas de Jumilla al frente de un contingente militar aragonés.

Volvamos a la información de hidalguía del joven Mateo Guardiola. El Real Colegio Español de Bolonia exigía dos informaciones, una para su ingreso, y otra al final de sus estudios para otorgarle el título correspondiente. Con la diferencia de que la primera, hecha en 1564, la solicitaba el candidato, mientras que la segunda la pedía el propio Colegio, que enviaba a tal fin un representante al pueblo de origen del colegial para practicar tal información.

La segunda probanza se hará en Jumilla el 26-V-1572 ante los alcaldes Anton Montesinos y Juan Tomás a petición del doctor Villanueva del Pozo, en nombre del Colegio Español de Bolonia. El cuestionario es el mismo, pero los testigos son diferentes, ocho en total, y no repite ninguno de la primera información.

Me voy a centrar en uno de los testigos, el clérigo Anton Bernal, que tiene un perfil idéntico al de Alonso Crespo, pues ha sido también cura de la iglesia de Santiago, aunque no beneficiado. Este testigo refleja en sus respuestas una seguridad absoluta, pues declara haber visto en el archivo de la parroquia de Santiago, una escritura y título de capellanía instituida por Andrés Guardiola en 1450. Habla incluso de unas tierras que forman el cuerpo de bienes de la capellanía para cumplir las cargas religiosas.

Su declaración es determinante, pues sigue la estela de Alonso Crespo al situar a Andrés Guardiola en Jumilla alrededor del año 1450. Y está hablando de escrituras y títulos, sin duda alguna se refiere al libro de perpetuales que existía en la iglesia de Santiago, donde se anotaban las misas instituidas a perpetuidad, los nombres de las personas que las encargaban, y los bienes rústicos o urbanos que quedaban afectados para el cumplimiento de esas cargas religiosas.

Recuerden que estamos hablando de dos clérigos importantes, que han tenido a su cargo la iglesia de Santiago, personas instruidas que conocen a fondo el archivo parroquial, y que deben vigilar porque se cumplan las cargas espirituales anexas a las capellanías, que por cierto en estos años aún eran escasas en Jumilla, y sus fundadores y fecha de fundación perfectamente conocidos.

Quiero insistir en la fiabilidad de estos dos testigos, clérigos muy respetados en Jumilla, sobresalientes por formación y vocación religiosa. En Jumilla en aquella época había unos 30 sacerdotes para una población de unas 3000 personas. La mayoría no tenía vocación alguna y a malas penas eran capaces de decir misa. Abundaban elementos problemáticos, en el A.G.S. en la sección Consejo Real de Castilla se conserva un proceso fechado en 1581 con este alarmante título: Pesquisa e información hecha en Jumilla por el juez comisionado Pedro de Alfaro y el fiscal Cristóbal Ramírez contra el medico Gines Pérez y el clérigo Miguel Carrasco por estupros y abortos. De estos 30 clérigos un pequeño grupo estaba plenamente comprometido con su ministerio, y a este grupo pertenecen nuestros testigos. Que, por supuesto, habían prestado juramento. En la información que estamos analizando leemos, “Este dicho dia, mes y año suso dicho ante el dicho señor Gines del Castillo, alcalde ordinario suso dicho, y en presencia de mi el dicho escribano y testigos, parescio presente el dicho Mateo Guardiola y presento por testigo al reverendo padre Alonso Crespo, el qual juro en forma devida por el habito de San Pedro de dezir verdad. Testigos que lo vieron jurar, Pedro Martínez y Juan Martínez su hijo, vecinos de esta villa.”

Por tanto, una vez que estamos seguros de estar ante la verdad, la pregunta que cabe plantearse es la siguiente. Que hace un catalán en Jumilla en el año 1450, una villa que contaba con unos 150 vecinos por aquellos años. Aquí solo cabe especular, yo por mi parte, basándome en el conocimiento profundo de aquella sociedad me atrevo a lanzar una conjetura. La economía jumillana en aquella época era fundamentalmente ganadera, la riqueza se medía por la posesión de rebaños de ovejas, cuya lana era muy apreciada y servía de materia prima para la industria textil catalana e italiana. La cabaña ganadera jumillana estaba concentrada en muy pocas manos, y en la base de la sociedad jumillana había surgido una protoindustria textil con la facilidad que suponía contar con una abundante materia prima.

Sin embargo, los propietarios de rebaños, caballeros de cuantía que controlaban el concejo, preferían vender la lana a mercaderes catalanes, genoveses y lombardos, que ofertaban precios superiores a los que podían pagar los tejedores locales. Este fenómeno era general en todos los pueblos del marquesado de Villena, y las autoridades ante las quejas de los afectados solían prohibir que se vendiese lana a forasteros. Me pregunto si Andrés Guardiola no sería uno de estos agentes de la industria textil catalana que se dedicaba a comprar lana, y que en un momento determinado decide hacerse vecino de Jumilla para sortear obstáculos y realizar sus transacciones comerciales con mayor comodidad.

Tratante en lanas, un oficio dignísimo que duda cabe, pero si yo estuviera en lo cierto, coincidirán conmigo en que hay una cierta distancia entre esta honrosa profesión y ser nieto de los reyes de Aragón y primo de Fernando el Católico como pretendían estos letrados jumillanos de la segunda mitad del siglo XVI, que había sido su antepasado Andrés Guardiola y Aragón.

En fin, vamos a ir terminando, pues sospecho que su benevolencia y paciencia hacia mi persona están llegando al limite. Y para extraer unas conclusiones finales voy a volver no a Andrés Guardiola, sino a sus descendientes, el bachiller Jumilla, su sobrino el licenciado Juan Cristóbal, y su hijo, el doctor Mateo Guardiola, que son los creadores del mito. En ellos se da una división de papeles muy marcada, el consejero de Felipe II, desde Lisboa, desde Madrid, ordena; el bachiller Jumilla paga; y su hijo el doctor Mateo hace el trabajo sucio.

Son letrados, hombres de leyes, que conocen perfectamente el sistema judicial castellano, y van a construir una historia perfectamente trabada, donde cada hecho, cada personaje está justificado documentalmente, y los documentos y pruebas se concatenan entre si con absoluta perfección jurídica, no dejando resquicio alguno para que un tribunal de justicia los cuestionase. Y es que estas informaciones se practicaron para superar la prueba final de la Real Chancillería de Granada, que era la instancia judicial suprema para todos los territorios que estaban al sur del río Tajo.

Volviendo a los letrados Guardiola, pertenecen a tres generaciones diferentes que cubren todo el siglo XVI. El más joven, el doctor Mateo es el mimado por la fortuna, su padre es rico y su primo muy poderoso. Estudiante en Bolonia, debieron ser años de vino y rosas; 1400 ducados declara su padre en su testamento que se había gastado en mantenerlo allí. Más otros gastos imprevistos, “setenta escudos de oro que envie a Milan para pagar una deuda que alli hizo”. Soltero, se le puede seguir la pista por las deudas que va dejando por toda Castilla. Acaba como corregidor de Arevalo, cargo importante, que sin duda debería a las influencias de su primo.

Ahora bien, su padre y su primo, no lo habían tenido tan fácil, habían sido estudiantes pobres, uno en Salamanca y el otro en Alcalá de Henares. Sus padres eran personas importantes a nivel de Jumilla, pero darles carrera a un hijo era algo que apenas podían costear. Les voy a leer textualmente un acuerdo municipal muy curioso, pues trata del primer universitario jumillano.

Lunes, XVII dias de 1523

Este dicho dia se juntaron en ayuntamiento en la sala de concejo de la dicha villa los honrados señores Luis Abarca, alcalde, e Anton Hernandez, alguacil, e Gonzalo Martinez e Juan Ramon, regidores, por ante mi Diego Hernandez, escribano.

Este dia se platico entre los dichos oficiales sobre que Mateo Guardiola subio a ayuntamiento a suplicar a los señores oficiales que por que ya sabian que su hijo estaba en Salamanca y tenia necesidad de algunos dineros que sus mercedes le socorriesen. Fue acordado entre los dichos señores oficiales que se le dieren ocho ducados prestados para socorrerle en esta necesidad con que los vuelva para san Juan y se obligue.

Y esta debió ser la juventud universitaria del bachiller Jumilla: estrecheces y penurias. En su testamento hay una afán de ennoblecimiento que lo invade todo, y debe tener un transfondo psicólogico importante. El amplio espacio que dedica a crearse una genealogía nobiliaria, las disposiciones exhaustivas que deja para su casa de Murcia que estaba en el barrio de santa Catalina. Les leo la manda completa:

Mando y es mi voluntad que Juan Martín de Guardiola y Aragón, mi hijo, en la portada de las dichas casas de mi mayorazgo haga poner y ponga en escudo diferente las armas de Guardiola que son un escudo en franja con cinco bastones y dos ojos en lo partido del dicho escudo y por orla cuatro castillos con cuatro leones cada uno con dos llaves sobre la cabeza e una corona sobre el escudo y un letrero que dice Guarda Ola, conde de Barcelona, las cuales por ser la insinia principal de la varonia de Murcia y por ser armas de los señores condes de Barcelona y Cerdania de quien yo desciendo legitimamente por linea de varon, mando se pongan y fijen a la mano derecha en el mejor y mas principal lugar de la dicha portada de suerte que sobre el dicho escudo de Guardiola no aya otro que este mas alto ni levantado. Y asi mesmo mando que la dicha portada sobre el arco della se pongan las armas reales de Aragon y Sicilia por ser el segundo apellido de mi casa como sexto descendiente que soy del señor rey de Aragon don Juan II, etc. Aquí empieza a perderse de nuevo en intrincados troncos genealógicos.

Piensen que el bachiller Jumilla llevaba viviendo en Murcia 50 años, y es ahora en 1582, cuando se le ocurre poner escudos en la fachada de su casa. Pero es que hay más, en el interior de la casa ordena que se coloque una losa de mármol con un letrero que contenga el nombre y naturaleza del señor Andrés Guardiola y Aragón. Para rematar la faena, poseía una espada antigua muy valiosa, que según él había pertenecido a su bisabuelo donde estaba grabada la siguiente leyenda: Soy de Andrés Mateo de Guardiola y Aragón, descendiente de los condes de Barcelona y Cerdaña y Reyes de Aragón, alcaide perpetuo de Jumilla y adelantado de la frontera y marquesado de Villena. Creo que olvide decirles que el bachiller Jumilla era juez de bienes confiscados del Santo Oficio de la Inquisición del reino de Murcia. Así, que lo más probable, es que de allí saldría esta espada, que por cierto se conserva en el museo del ejercito. Sería interesante que el ayuntamiento gestionase su cesión temporal, y la pudiésemos admirar aquí en Jumilla en el museo municipal. En una Feria o una Semana Santa, sería todo un acontecimiento.

Vamos a terminar, creo saber lo que piensan alguno de uds. a estas alturas. Alfonso ha demostrado de una forma razonable en función de la falta de documentación original la creación del mito de Andrés Guardiola y Aragón y quienes fueron sus promotores.

Ahora bien, si esto fue realmente así, que paso en Jumilla en los convulsos años que siguen a la muerte de Enrique IV, en la guerra civil que se da por la sucesión de su trono. Como explica que todos los pueblos próximos se rebelaran contra la autoridad del marqués: Yecla, Villena, Almansa, Hellín, Albacete, etc., y Jumilla no se moviese y permaneciese fiel al marqués de Villena. Quien era realmente el alcaide del castillo de Jumilla, cual fue el papel de las autoridades locales, etc.

Pues bien, como dicen los políticos, hoy eso no toca.

Muchas gracias por su atención.


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